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SIERRA DE SEGURA (JAÉN): INCURSIÓN POR ARROYO MONTERO DESDE LAS CASAS DE CARRASCO



MONTERO


Cuando nos detuvimos de camino a las cumbres en el mirador del puntal del robledillo, uno de los balcones que le han hecho al nuevo trazado de Hornos a Pontones, intuimos que la empresa que llevábamos se vendería cara. Nuestro silencio contemplando el barranco, delataba que arroyo Montero no se dejaría dominar fácilmente. Rugía ferozmente y aunque no se le veía, percibíamos su presencia, sabíamos que estaba ahí, descolgándose con brío, con la fuerza que un arroyo de montaña tiene después de las lluvias y las nieves en las cumbres. 


El plan que los amigos de EL CAMINO habían diseñado era de lo más seductor, no pude resistirme a la invitación, al contrario, agradecido por permitirme acompañarlos en la preparación de una ruta para el grueso del Club.


Detalle en la cortijada de la Agracea


Poco o nada conocía de este arroyo Montero. Salvo la desembocadura y las visitas a la Ballestera, los Goldines y Montalvo, tras la apertura de esta nueva vía asfaltada realizada sobre tramos de caminos antiguos, poco sabía de este profundo rincón. MONTERO!!!, hermosa y rotunda denominación, plenamente serrana, a pesar de que su definición induce a especular con lugar salvaje y rústico, es un trayecto bastante humanizado, donde el olivar serrano se define protagonista chorreando por sus laderas ganadas en un pulso ancestral con la tierra que tuvo un lánguido final. 


Aldea de Montalvo


Desde sus fuentes en la cumbres, por encima y entre Montalvo y La Ballestera, bajo las casas de Carrasco, se despeña este arroyo salpicado de cortijos que, en conjunto, tuvieron entidad propia a pesar de la dispersión bajo la denominación de origen MONTERO, como si de un bloque territorial se tratara.  

A los mencionados de cabecera, Montalvo y La Ballestera, debemos sumar en dirección descendente los Pradillos, las Zahurdillas, las Huelguecillas, los Carmonas, el Castellón, el Palancar, el cortijo de Uroz, la Agracea, el Retamar, el cortijo de Enmedio o de las Víboras, los Plateros, los Frascos, la Venta Remendá, cortijo del segador (Elíseo), cortijo de la cerrada y cortijo del Madroñal, este último ya en la desembocadura con el Grande, hoy sumergido, y frente a lo que conocemos como ISLA Cabeza de la Viña. Todas estas cortijadas se fundaron a pie de la senda que permitía bajar o subir de las cumbres al valle o del valle a las cumbres, conectando dos lugares esenciales en la red habitada de la Sierra, el Pontón con la antigua “Torre del Juez”, Bujalkaiz o Bujaraiza, que quedó para siempre junto a su vega bajo las aguas de ese gran Guadalquivir


Embalse de El Tranco con la zona quemada en 2005 del Monte Poyo Segura


Hoy el Montero se desparrama abiertamente en el embalse que se ha comido su cerrada, por donde el arroyo, que toma el nombre de esta y baja de el Tolaillo vigorosamente, le entraba y ya no le entra, porque lo hace directamente al embalse. Si recibe nuestro Montero el refuerzo de arroyo Frío que ve la luz por donde el Artuñío (Artuñedo) y se le viene a juntar un poquito antes de entregarse al embalse.   


Antenas serranas..., Montalvo y el Yelmo


Visto lo visto, a pesar de las dificultades y la dureza de la jornada, otro goce, otro motivo de satisfacción que nos da esta sierra para volver a escudriñarla, para volver por donde ellos fueron y vinieron.


maquinaria en el viejo molino de los Carmonas



LA RUTA


El planteamiento inicial era partir de las Casas de Carrasco, cruzar la conservada aldea de Montalvo, entrar en arroyo Montero a la altura de las Zahurdillas y acompañarlo durante un buen tramo. Después el “Señol” diría, pues franquear hoy este cauce se vaticinaba faena pareja al cruce del legendario Rubicón… por otros motivos, claro. Así pues, al grito (virtual) de “alea iacta est” (la suerte está echada) arrancamos de la pontonera aldea de Carrasco. 


Casas de Carrasco


Nada más bajar del vehículo, me llamó la atención un tierno Bambi encerrado en una nave a las afueras del caserío, que por cierto está bien equipado, cuenta con Iglesia y cementerio. Tras departir brevemente con el animaluco , al girarme, me embelesa la segunda imagen grata del día, la mole de las Banderillas, y todo esto sin haber dado un paso.





inicio de ruta en Casas de Carrasco


Banderillas


Nos ponemos en marcha por un terreno pedregoso, propio de estas cumbres desérticas, caminamos sobre una loma con el barranco de arroyo Frío a la izquierda y el del Montero a la derecha, cuyas fuentes están por debajo de la aldea que hemos dejado atrás, al frente la sierra de las Lagunillas entretiene visualmente nuestro avance.








Sierra de las Lagunillas, monte de poyo Segura y embalse del Tranco


Almagreros


Caballo del Torraso


Pronto la senda de arroyo montero se bifurca, nosotros tomamos a la derecha y asomamos a un buen mirador que domina el barranco donde se asientan La Ballestera, Montalvo, Goldines, La Parrilla,…, aldeas que han resistido el empuje de la desidia y el abandono salvo los Goldines a la que arrasaron sin piedad.


primeras vistas al barranco de arroyo Montero


aldea de Montalvo


Iniciamos un vertiginoso descenso en dirección a Montalvo, primer escalón para entrar en un suntuoso palco que la naturaleza pone a nuestra disposición. Le entramos a la aldea por arriba y lo primero que descubrimos es la simbología de estos nuevos pobladores que no nacieron aquí pero que dan vida a lo que estaba inexorablemente condenado.











Más abajo, junto a la era nos topamos con la fuente de Montalvo, con sus tornajos y alberca, desde aquí cruzamos el caserío. Al otro extremo nos queda una formidable panorámica del barranco que pretendemos con sus abruptas laderas cubiertas del olivar serrano que le ganaron al monte.


fuente y alberca de Montalvo


aldea de Montalvo


Nos vamos para los huertos, los cruzamos por donde una fuente alimenta  el ya sobrado y caudaloso Montero, rodeamos una loma y ¡voilà!, el collado de Martín Caro nos ofrece una de esas balconadas irresistibles de la sierra para sentarse a mirar, el valle de Bujaraiza cubierto por las aguas del Grande y las lomas de Poyo Segura que ascienden descarnadas hacia la cresta lindera de esta sierra de Segura con las Villas, emocionante espectáculo. Por aquí volveremos más tarde, aunque me temo que no tan contemplativos…


malezas de Montalvo


collado de Martín Caro





Tomamos una tenue senda que arranca por la derecha  y que nos va rodeando el cerro Montalvo, algo perdida, aunque aún se reconoce. Atravesamos uno de esos cortijos que acompañaron en su día el camino y más tarde una fuente que vuelve a alimentar nuestro cauce.


fuente por encima de la cortijada de las Zahurdillas


Por la zona abandonamos la senda que llevamos y giramos a la derecha en picado hacia el arroyo, por unos peñones que usaron de abrigos y corrales para el ganado. Conforme nos acercamos al cauce los vestigios humanos son más frecuentes hasta que encontramos un cenajo bastante bien conservado, ya estamos en las Zahurdillas, la casa de arriba, la cortijada está al otro lado del “Rubicón”.


Cenajo en las Zahurdillas de arriba


Zahurdillas de arriba


Preciosas  y apacibles huelgas, aún con frutales, choperas, robles,… nos acercamos al arroyo, donde está el paso de siempre, el vado que la senda necesita para irse a la otra “acera”.  Imposible, orilla arriba, orilla abajo, ¡esto hay que cruzarlo con lancha! Ni descalzos tenemos posibilidades. Cuando empieza a rondar en nuestra cabeza la cuesta que nos queda para organizar la derrota que los elementos nos han preparado, vemos a Sebas al otro lado ¿…? Su intuición y habilidad ha conseguido engañar al torrente aprovechando una pequeña debilidad.


Ya en el otro lado, recorremos lo que queda de las casas encontramos la senda que acompaña el arroyo por la derecha pero pronto se pierde por corrimientos de tierras, lo que nos hace embarrancarnos por la derecha para salvar la desembocadura de un arroyo y, tras pasar un olivar ya abandonado, volver a retomarla más abajo. 


Zahurdillas de abajo


Zahurdillas de abajo y sus huelgas


Montalvo vigilando el discurrir de arroyo Montero


Muy enmatojada, pero transitable avanzamos cauce abajo, debiendo cruzar un barranquete donde desagua el arroyo de los Goldines, topándonos pronto con las Huelguecillas, recónditos cortijos, el primero enmalezado, el segundo más despejado y, entre ambos, el coqueto chorreón que le entra por la derecha donde el arroyo del Robledillo se entrega con buen gusto.


buscando la senda perdida


las Huelguecillas





chorreón del arroyo de los Goldines





Atravesando tramos de olivar que llegan hasta el cauce encontramos con satisfacción uno de los lugares que hoy buscábamos con ahínco, la almazara de las Carmonas. Poco le queda para sucumbir definitivamente. Aún resiste como esperando a que alguien venga, engrase su maquinaria y la ponga en marcha. La tolva, el sinfín, la prensa, los compresores, las tuberías, los trojes,todo está como preparado para la próxima campaña... Pero no vendrá nadie a moler aceituna, ya hace años que por aquí no vienen más que pisapraos como los que hoy rondan este enclave, otrora bullicioso y merecedor de mejor sino, un museo en pleno paraje natural, fácilmente alcanzable desde la carretera que ahora acerca más rápidamente a Pontones; en fin, sigamos lamentándonos, lo dará la tierra…


almazara de Las Carmonas


trojes de Las Carmonas


tolva de la almazara de Las Carmonas


maquinaria














Tras reponer energías y un buen descanso, llenos de satisfacción por llegar hasta aquí, comenzamos en el postre a dilucidar el futuro más inmediato. Se nos había olvidado que hay que cruzar de nuevo el Montero y que el vado está frente a nosotros, la senda que sube al Palancar, por donde cruza la acequia para el molino y por aquí, arroyo Montero está más crecido si cabe, habiendo recogido aguas de arroyos y torrenteras que le entran animadamente en cada rincón del corto trayecto que le llevamos recorrido.
Decidimos continuar por la margen que traíamos con la intención de buscar otro punto débil y en esas nos vemos. Avanzamos acompañando su curso chillón, rodeados de olivares que nos dan esperanza de algún escape en caso de necesidad. A la altura de la Agracea se hace imperioso saltarlo ¡aunque sea con pértiga!!!!!. De nuevo Sebas, convertido hoy en infalible batidor, encuentra la manera de burlar en dos tiempos este inexpugnable canal. Eso si, un saltillo arriesgado nos cuesta.


Ya en la otra orilla ganamos rápidamente la bonita cortijada de la Agracea, otra más de la inexplicable diáspora que sufrió esta sierra hace cuarenta años. No podemos detenernos lo que quisiéramos ya que vadear el Montero ha consumido tiempo y desgastado energía y nos queda una dura subida. Nos percatamos de las buenas panorámicas que la aldea conserva, de los hornos existentes, del buen caño que hoy tiene la fuente, del olivar abatido por la dejadez.


La Agracea


uno de los hornos de La Agracea


fuente de la Agracea

Abandonamos la aldea comenzando un ascenso que no dejaremos hasta el final. El periplo nos lleva ahora hasta la casa forestal del Haza, asomada al barranco de arroyo Frío, coronado por el Artuñío (Artuñedo, seguramente derivado del ovejero termino  Artuña), orientada al S se despierta y acuesta cada día con la incesante vigilancia de Peñamujo.


senda de arroyo Montero


Peñamujo desde la CF del Haza


Peñamujo

El camino, buen camino ahora, nos embarranca por debajo del collado de Martín Caro, el cual hay que ganar duramente, sosegadamente, pasito a pasito, chino chano como diría un aragonés, por una larga tongada que salva una pared casi vertical. Nos cruzamos con el trazado que llevábamos por la mañana pero como bien intuía con pocas ganas de contemplar. 

El Tranco. Abajo a la derecha desagüe de arroyo Montero


collado de Martín Caro

Solo queda ánimo para un resuello y encaramarnos al siguiente collado, el de la Romana, rozando la tapuela y alcanzando un poco más adelante la bifurcación que a primera hora nos había disociado el trayecto. 


Cortijo de collado Romana


senda de arroyo Montero


El Tolaillo, el Artuñio y canal de arroyo Frío

Magnífico regalo finalizando la excursión, el del Almorchón, blanco, con las Casas de carrasco a los pies, una estampa de Belén serrano que cierra esta hermosa y emocionante averiguación para compartirla en el futuro con el club al completo. 


Almorchón y Casas de Carrasco, nuestro destino


¡comando investigador!,...












EL VÍDEO






DATOS TÉCNICOS


Denominación
ARROYO MONTERO
Fecha
06 /04/2013
Itinerario
Casas de Carrasco - Montalvo - collado de Martín Caro - las Zahurdillas - 
las Huelguecillas - las Carmonas - la Agracea - CF del Haza - collado de 
Martín Caro - Casas de carrasco
Acceso
Por la carretera de la cumbre, unos tres kilómetros antes de llegar a Pontones 
está la desviación a Casas de Carrasco, en 500 mts estaremos en la aldea 
donde dejaremos el vehículo, inicio y fin de la ruta.
Inicio
Casas de Carrasco
Fin
Casas de Carrasco
Tipo de trayecto
Circular
Tipo de firme
Pista, Sendero y sin él
Estación
Primavera/Otoño/Invierno/verano 
Distancia
18,36 kmts   
Dificultad
Dificil
Tiempo  estimado
 8 horas   
Cota mínima
 779 mts  
Cota máxima
 1.493 mts
Desnivel acumulado
Subiendo: 1002 mts.    Bajando: 1002 mts.
Perfil

Sugerencias
Con el arroyo crecido, es dificil cruzarlo incluso descalzandose por los 
vados habituales (Zahusdillas, Las Carmonas,...). En caso de poder cruzar 
bien el arroyo a la altura de la almazara de las Carmonas, es interesante 
subir al cortijo del Palancar y, desde allí alcanzar la Agracea.
Mapa


Track
Movil
No pude comprobar la cobertura
Mapa



Referencias
El Olivar de Pontones. Jose M Llopis Alguacil. El Arambol año II nº 2 Revista 
de la Asociación Cultural "Pontones, cuna del Segura. 2002
Web Santiago-Pontones  (Paco Lorite) (SUPRIMIDA)

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