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SIERRA DE CAZORLA (JAÉN): BAJO LOS POYOS DE LA MESA


BAJO LOS POYOS DE LA MESA





Ningún proyecto me ha defraudado hasta el momento. Ni improvisado, ni planificado desde años, como este, han escamoteado el disfrute de la sierra. Sea por las lomas y altozanos más elevados, bien en las hondonadas profundas y angostas, en las solanas más sofocantes o en las umbrías más lóbregas, siempre hay algo que descubrir, siempre se ha presentado un pequeño detalle o un gran tesoro que llevarse en la cámara y en el sentimiento propio para poder contarla, al fin y al cabo una de las grandezas de esta afición.





Quién duda que los Poyos de la Mesa tienen "duende", tanto la Mesa oteando los valles, como los poyos, la gran pradera donde los auténticos habitantes de la sierra dominan aún el terreno, y el pronunciado valle que cobijan sobre el río "Grande".





Por aquí, por esta amable ladera protegida por el inmenso púlpito que se alzó en la noche de los tiempos, diseñamos una ruta basada en la magnífica descripción que Enrique Martín realiza en su obra, por ello creo que no debe variar un ápice el título, tal y como él lo pensó, tal y como lo hemos encontrado, valga el gesto como homenaje.





El bosque es el gran protagonista de la excursión. Un bosque apretado, misterioso, abigarrado, pero limpio. Se ve que aún el pastoreo hace su trabajo. Un bosque atravesado por el arroyo de la Mesa en su breve y gracioso transcurrir buscando el Guadalquivir. Un bosque lleno de vestigios humanos, huertos, paratas, senderos, tapuelas. Un bosque que fue atravesado por las gentes que subían y bajaban de la Nava, del hondo Guadalentín e incluso de más allá de Rambla Seca  en su caminar a Cazorla, Quesada,...la loma. La cuesta del Bazar debió ser un permanente trasiego, un sempiterno y necesario ir y venir de estas gentes, recoveros, trashumantes, "migueletes"... Un bosque, finalmente, que llora y echa en falta a su abuelo, el Abuelo de Cazorla.





Por todo eso, y por las inevitables apneas respiratorias al contemplar los farallones rocosos septentrionales de los Poyos, su altivo espigón y la inverosímil pedrera o casquera que abraza.





El remate o guinda del pastel fue descubrir el fabuloso castaño que este bosque atesora. Lo de fabuloso no es por el porte que, aunque lustroso, otros bien conocidos lo superan, ni por el paraje que ya de por si alberga elementos admirables y entorno absorbente, sino por su soledad y por el asombro de quién por tres veces fracasó en el intento (avisado y advertido) de asimilar esta especie arbórea en terrenos calizos; un conjuro de circunstancias deben de darse, como dije asombrosas, para que un castaño agarre en estas sierras, ¡que me aspen!





LA RUTA

Ruta eminentemente primaveral, fresca y amparada por el tupido toldo que a nuestro paso va cerrando el pinar. Ya anduvimos en su día asomándonos a este valle, por los balcones que los Poyos invitaban a asomarse, desde entonces estaba trazada esta corta ruta fresca y mañanera, tocaba pues enredarse en el bosque.





Comenzamos en el puente de las Herrerias, enclave de caminos serranos, aprovechamos la soledad que se disfruta a esta hora para bajar a la orilla y escuchar el ronroneo ágil y gracioso del Guadalquivir desperezándose. Aprovechamos para hacer algunas fotos, ahora que somos los únicos turistas que importunan el reputado y apacible entorno pudiendo contemplar libremente este precioso lugar que, como toda la sierra, no pudo escapar de leyendas y misterios enredados en su patrimonio cultural y etnográfico.








Arrancamos desde el mismo puente, frente a este y subiendo la cuneta de la carretera donde esta lo encara, daremos con las trazas de la senda que buscamos. Ahora hay un poste, desde que hicieron el trazado del GR 247 gran parte del recorrido que llevaremos es coincidente con la etapa segunda de la tercera variante que le hicieron a este gran recorrido, y por tanto poca pérdida tiene. Bonito camino el que llevamos, conforme vamos penetrando en el bosque, una sensación misteriosa nos contagia, como en todos los bosques, me recuerda este al bosque de duendes allá por el Tus.









Con un suave ascenso ganamos altura decididamente, dejamos primero un desvío a la derecha y, mas adelante, otro a la izquierda. Un ligero descenso con el cantarín rumor del agua nos acerca al arroyo de la Mesa en un idílico paraje donde los elementos se combinan orquestalmente para no desafinar ni una nota la sinfonía de una paz propia de lo que algunos amigos llaman "canto de sirenas". 











Después de regustar el lugar, donde el arroyo de la mesa recibe un subsidiario al que le hicieron un coqueto puentecillo, señal de que debe soportar importantes crecidas, para irse para los "Collaos", justo por donde volveremos más tarde.








Vadeamos el de la Mesa, el otro lo dejamos para  regreso, y ascendemos un buen repecho flanqueados por los hitos del GR. Tan ensimismados con el paisaje y con el resuello propio de la pendiente que nos pasamos doscientos metros el desvío para sendear que nos propone Enrique Martín, vuelta sobre nuestros pasos y nos apartamos por la izquierda del GR.






Llaneando, cruzamos un arroyo seco y comenzamos a intuir  a través de trazas de bancales lo que fueron en su día huertos serranos de subsistencia. En una revuelta del camino obtenemos las primeras vista impactantes de los farallones septentrionales de los Poyos, lo que nos racionaliza, al sacarnos de la espesura boscosa, que hemos caminado bajo los Poyos de la Mesa.













A partir de este punto debemos recurrir a la intuición o al GPS para no despistarnos ya que el camino se pierde por desuso, sin embargo nos orientaremos bien si seguimos en sentido ascendente la vaguada, por trazas que ahora solo utilizan animales pero asentadas, si duda, en sendas que conectaban los huertos escalonados que aprovecharon. Llegados a una zona donde el bosque atisba un ligero despeje nos mantendremos atentos a divisar por encima de nosotros algunas nogueras y algunos cipreses, lo cual es señal de que debemos trochar buscando la mejor subida para alcanzar un gran rellano donde una vieja pila de lavar y un montón de escombros delatan uno de los antiguos cortijos de la CF de la Cuesta del Bazar, cuya pieza principal de haya un centenar de metros más arriba, la visitamos y regresamos al punto anterior donde la panorámica de lo que venimos buscando es rotunda, absoluta e imborrable de la memoria. 

















Tras el merecido descanso, arreamos por el carril que roza las casas y que no es ni más ni menos que el que abandonamos por la equivocación, ocupado actualmente por el trazado del GR-247 CF El Sacejo - CF Fuente Acero).





Llaneando llegamos a una barrera para el paso de vehículos justo en la intersección con la pista de las Navas que recorreremos durante un corto tramo para abandonarla unos metros antes de llegar a la valla cinegética que cerca la CF de los "Collaos" y el helipuerto allí existente. Buscaremos un jorro que vamos adivinando por tramos hasta que se convierte en un claro carril que en vertiginoso descenso nos lleva al puentecillo del que hablamos anteriormente en la confluencia del arroyo de la mesa con otro secundario.






























Desde ese precioso lugar, el regreso es común con el inicio, pero un acontecimiento súbito nos detuvo. Comentando la mala fortuna por no haber dado con el castaño del que habíamos oído hablar, nos lo topamos de cara, tal vez por que nos deslumbró la tonalidad verde tan diferente de la que el pinar otorga homogéneamente, el reflejo del sol en sus hojas lo descubrió para regocijo de los presentes, lo cual no fue todo ya que merodeando el perímetro nos topamos con una especie de monumento-santuario que hizo, sin llegar a concluir unánimemente, que nos debatiéramos sobre el origen del susodicho: ¿tumba animal, cenicero humano, "chorrada" decorativa? Animo a que si alguien conoce su naturaleza escriba un comentario desvelándolo.









En definitiva, como no, otra agradable jornada con señoriales panorámicas del filo escarpado, espolón N y pedrera de los poyos de la Mesa, una gratísima compañía y una pizca de misterio serrano.







EL VÍDEO





DATOS TÉCNICOS


Denominación
BAJO LOS POYOS DE LA MESA
Fecha
15/05/14
Itinerario
Puente de las Herrerías - arroyo de la Mesa - CF de la cuesta del Bazar - los "Collaos" - arroyo de la mesa - puente de las Herrerias
Acceso
Desde el empalme del valle, tomaremos dirección a la Nava de San Pedro desviándonos en la señalización puente de las Herrerias, nacimiento del Guadalquivir.
Inicio
Puente de las Herrerias
Fin
Puente de las Herrerias
Tipo de trayecto
Circular (con rabo de sartén)
Tipo de firme
Carril, senda 
Estación
Primavera/Otoño/Invierno/
Distancia
9,3 kmts
Dificultad
Moderada
Tiempo estimado
3 horas 30 min   
Cota mínima
979 mts
Cota máxima
1.291 mts
Desnivel acumulado
Subiendo: 393 mts.    Bajando: 393 mts.
Perfil
Sugerencias
Hay numerosas bifurcaciones por lo que se debe estar atento para no tomar la equivocada. No encontramos fuentes en el camino.  No abandonar basura. No encender fuego. 
Mapa
Track
Movil
Cobertura Movistar en algunos puntos del recorrido.
Mapa
Earth
Referencias
Escursiones por la Sierras de Cazorla, Segura y las Villas. Enrique Martín. Ed La Serranía


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1 comentario:

Sansón dijo...

Solo un pero, os falto bajar por la pedrera como algunos que tu y yo nos sabemos...